miércoles, febrero 15, 2006

Lo siento no me pude resistir, jajajaja

¿Qué se puede decir en un día como ayer? ¿es preferible caer en el juego comercial y ceder a una vorágine imparable de consumo donde tanto lo orgánico como lo inorgánico son productos y mercancías de consumo? ¿O sería mejor decir que todo está mal, que todo es parte de una confabulación de los grandes capitales para convencernos e imponernos la idea de que hoy debemos desenvainar nuestras carteras y consumir hartas cantidades de carbohidratos, adquirir inútiles flores de ornato, cenar en un restaurante exótico acompañados de ese ser humano cuya presencia al menos en teoría consigue alterar ciertas funciones fisiológicas de nuestra anatomía y después dirigirnos a algún hostal, hotel o algún otro comercio de la pernoctación con enfoque sensualoide para tener sexo mientras nos imaginamos en una perspectiva de tercera persona con cortes difuminados como película cursi de Leonardo DiCaprio? El juego del consumo o el juego de la rebeldía sosa que nos hace sentir tan singulares cuando en realidad son tantos los que dicen despreciar el 14 de febrero como los que se emocionan comprando tarjetas, paletas y chocolates con forma de corazón. Al carajo. Mejor no decir nada. El día es tan vacío que todo lo que se diga a favor o en contra será igual de estúpido y fútil (deberían cambiarle el nombre de "Día de San Valentín" a "Día de Moderatto", sería más apropiado). Si acaso me quedaría con el sexo y ya.
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Disculpen la amargura, no me pude resistir, jajajaja, pero al menos lo hice un día después para no afectar la sensibilidad de nadie, jejejeje

jueves, febrero 09, 2006

9 de Febrero del año en curso, cualquiera que éste sea

A la lluvia de febrero siempre le ha gustado
albergar recuerdos perdidos entre sus gotas,
recuerdos que alguna vez alguien... olvidó archivar.

La Aprendiz de Bruja se despertó por la mañana, un poco mas tarde que de costumbre, los cristales de sus ventanas lucían empañados, se acercó un poco a una de ellas y pudo ver un cielo triste y gris que daba la impresión de estarse desparramando a gotas sobre una ciudad que en esos momentos parecía adoptada por la tristeza.
Se sorprendió a si misma al darse cuenta que no podía recordar cuando había sido la ultima vez que había visto llover. No podía recordarlo, sin embargo sentía que en alguna ocasión ya había visto desparramarse al cielo de esa forma y que se había mojado de tristeza.
Al percatarse de que no se escuchaba ningún ruido en el interior de la casa, se dirigió a la cocina por un poco de agua, en la cocina tampoco había nadie así que pensó que su hermana probablemente había ido a algún lugar cercano a buscar algo para desayunar y que no tardaría mucho en regresar.
Mientras tanto decidió dar un paseo por la casa y explorar todos esos rincones que por momentos se le hacían tan desconocidos o que quizá jamás se había acercado siquiera a ellos.
Descubrió algunas cosas curiosas, pero sin duda lo que más le llamó la atención fue ese cuarto decorado con una gran cantidad de fotografías. Pasó algunos minutos observándolas, encontró mucha gente desconocida en algunas de ellas y pensó que si las tenía era porque en algún momento habían significado algo importante en su vida, sin embargo no logró recordarlo así que decidió que de ahora en adelante las marcaría con alguna anotación y la fecha para no hacerlas presa de esos despistes que últimamente hacían que todo lo que veía, lo viera como si fuera la primera vez.
Entre las fotos encontró las de aquel viaje y en esos momentos más que recuerdos fueron sentimientos los que se le amontonaban en su cabeza. Cuanto debía quererlos para que en ese momento estuviera cerrando los ojos y sintiera cosquilleos en la espalda y al respirar profundamente dejara de percibir el olor de la lluvia.
Absorta en sus pensamientos desvió un poco la mirada de la pared llena de fotografías y descubrió un enorme ventanal, en el cual imaginó que la luna se colgaba por las noches estrelladas y que el sol impaciente venia a buscarla en amaneceres imprevistos.
Junto al ventanal había una mesa, sobre de la mesa un tintero viejo, una pluma y algunos papeles. Se acercó a la mesa y empezó a leer los papeles que había sobre de ella. Eran cartas, poesías y algunas cosas de las cuales le gustaba escribir. Había escritos sobre esa luna colgada del ventanal y sobre como el sol la acosaba en aquellas noches rotas a destiempo, había escritos sobre el silbido de los grillos y sobre como contenía la respiración para escucharlos, había escritos sobre promesas sin fecha de caducidad... y se volvió cimbrar mientras se sumergía en las viejas letras que melancólicas cantaban canciones compuestas de madrugada.
Bajo el último de los escritos había un sobre abierto con una leyenda que decía 9 de febrero del año en curso, cualquiera que este sea. Llena de curiosidad sacó los papeles del sobre, encontró un par de certificados de defunción con los nombres de sus padres.

Y mientras el cielo continuaba rompiéndose,
el viejo tintero sobre la mesa... se llenó de lágrimas.
Hoy hace un año... ellos nos cuidan desde su ventana cósmica
y nos visitan de vez en cuando