En realidad, el problema no estriba en que yo me vaya o tú te quedes, en que encajemos o no encajemos, en que nos desencontremos o que nos encontremos...
No, el conflicto de intereses está en eso, en que tú no sabes para dónde vas y que yo no puedo quedarme donde quieres estacionarte.
Lo diré de otra manera, tú no quieres ver hacia dónde van los pasos, yo necesito ver para no caer en un barranco.
En realidad no es tan malo ir a ciegas, pero... quizá para mi ese ya no sea un juego tan divertido.
Con suerte alguna vez te encuentre en La Casa de Greda, en un concierto o comprando un libro.
Hasta entonces, buen viaje.