viernes, septiembre 22, 2006

Una nostálgica tarde lluviosa

Pasan de las cinco y el cielo se ha ido nublando, tal vez llueva en un rato y mis zapatitos nuevos se inaugurarán de una vez.

Mónica me invitó a beber café aquí y probablemente demore unos minutos más.

Al final, creo que fue buena idea cargar con el paraguas... la última vez que me cayó una tormenta encima tuve que correr tres cuadras como loca recién liberada y aún así llegué cual fideo a la casa.

Será que ante esta impuntualidad no me queda más que esperar y pensar en voz alta con las letras dispuestas a desfilar desde mis conexiones sensoriales hasta llegar y estacionarse en esta hoja medio arrugada que me encontré por ahí en mi morral.
De hecho creo que todo este rollo litero-poético-cotidiano-versátil viene porque las perras negras se pusieron de buenas por el clima y decidieron salir de su autoexilio.
Bien, poblemos y ensuciemos este espejo con garabatos de ideas y una que otra fumarola mental.

A mi me enferma esperar -en tono de diva te lo confieso- y sin embargo mi vida transcurre de una espera a otra. Será que paso más tiempo deseando que haciendo, imaginando que creando, inventando que aplicando, soñando que viviendo... no lo sé, pero es ya cosa de mi natura, de mi intrínseca personalidad rejurgitante de una vaca de cinco estómagos que habita en mi alma y me escupe a la menor provocación.


Esperar... cuando uno espera siempre sabe qué, a quién y por qué está esperando, pero lo carcome el no saber por cuánto tiempo habrá que esperar.

Yo espero a Mónica, un café caliente y que la lluvia caiga sobre esta mesa...

Pero también lo espero a él y mi cama sigue vacía. Espero sus caricias y su voz nombrándome. Mi cuerpo espera como un ente que vive sin mí pero conmigo, a pesar de lo que soy y quiero. Mi cuerpo lo espera, abierto, deseoso, intenso, palpitante. Mis palabras -todas- lo esperan para acariciarlo con ellas y estremecerlo al punto tal de sentir su piel erizada. Mi lengua lo espera como una Julieta en el balcón, pero más que todas estas esperas infantiles que aderezan el paso de mis días, mi presente imaginario lo espera ansiosamente para ser lo que ayer pensé que esperaba justo antes de dormir.

viernes, septiembre 15, 2006

Hoy hace un buen día

En esta tierra he visto mi primera luz
He visto y veo luz, tierra firme y vasto cielo
Todo mi entorno está entendido en el amor
Que nos tuvieron los que fueron hace tiempo

Y hoy hace un buen día para hablar de los que están aquí
Trazando a diario el bienestar
De todo aquel que vendrá
Como precederá la aurora al sol de diario
Como sabemos que mañana será igual
Porque así se ha venido haciendo con los años que transcurren y se van

En esta tierra en donde puedo caminar
Bajo la dirección que le ponga a mis pasos
Siempre habrá tiempo para venirle a cantar
Por ser lo más que sé ofrecer como regalo
Me dio un lugar donde al volver con gusto sé decir
Es mi país, esta es mi tierra y casa
Y esta es su canción
Una canción como todas las que se han hecho
Tan sólo que con esta quiero hacer mención
De todo el bien que me hizo nacer de este pueblo
Y que me parte el corazón
Que hablar de México siempre me inflama el pecho

Y si miramos hacia atrás
Donde fuimos a empezar
Y encontramos los antiguos que formaron un lugar
Pero un buen día se marcharon
Y aprendimos a decir
Grandes fueron los viajeros que cruzaron por aquí

En esta tierra conocí la dignidad
Del que trabaja para ver crecer los suyos
Del que se esfuerza a superar su condición
Aún a pesar de cruzar tiempos de infortunio

Y hoy hace un buen día para hablar de los que están aquí
Trazando a diario el bienestar de todo aquel que vendrá
De la simiente que se llega al semillero
Que hasta esta tierra fértil un día arribarán
Y no hace falta repetir como los quiero
Si lo he dicho tanto ya
Y hablar de amor es bueno cuando se es sincero

Y si ellos miran hacia atrás
De lo que les toca empezar
Y nos hallan a nosotros
Que formamos un lugar
Que un buen día nos marcharemos
Y tal vez podrán decir
Grandes fueron los viajeros que cruzaron por aquí