Hace años habría rechazado cualquier contacto con dos personas por los enojos que arrastraba tras de mi. Este año, cansada de cargar un sentimiento que me quita más energía que proporcionarme cosas provechosas, opté por dejar ese ánimo belicoso y darme la oportunidad de reencontrarme con ellos.
La experiencia ha sido gratamente aleccionadora.
Mirarnos desde nuevas historias, otras perspectivas, hacer las paces sin palabras... son buenos lazos afectivos con la vida.
Si cierras el puño, tu mano siempre estará vacía.