Los puntos suspensivos están enojados conmigo y se han subido al ventilador para recordarme que siguen allá arriba y que no quieren bajar a platicar conmigo.
Las comas no han dejado de bailar entre mi ropa, mis cosas, mis muebles, gritando como locas que me falta empacar ésto o aquello.
Los signos de admiración se esconden bajo la almohada y esperan el momento justo para brincar sobre mi garganta por las mañanas a las ocho de la mañana.
Los silencios se infiltran en mi cabeza como las bocanadas de humo que entran a mis pulmones y los dejan negros de nostalgia.
Mis letras han de hacer el último esfuerzo en la una entrevista de trabajo aquí, en pueblo quieto.
Y, mañana, todos nosotros levantaremos la frente ante la decisión del tirano punto final.
Y, mañana, todos nosotros levantaremos la frente ante la decisión del tirano punto final.
(Nerviosa estoy.)
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