Es curioso el ser humano.
Creímos que la luz nos abandonaba al ponerse el sol, y aprendimos a utilizar la electricidad. Pensábamos que nuestro ángulo de visión estaba limitado, y construimos cámaras y televisiones, para ver las cosas que quizá jamás podríamos haber presenciado. Nos imaginábamos que la luna era un gran queso que colgaba del cielo, y sin embargo por ahí comentan que alguna vez, un hombre miró hacia nuestro planeta desde allí y al observarlo sólo vio una bola de agua y sal. Sabíamos que no podíamos elevar los pies del suelo, pero diseñamos aviones que nos hicieron volver a soñar. Y volamos, vaya si lo hicimos y esos viajes nos inspiraron de tal forma que compusimos melodías que nos hicieron reir y llorar, para luego mezclarlas con imágenes que sólo una máquina creada por el hombre a imagen de sus propios ojos, era capaz de captar.
Y nos creímos importantes, los dueños del mundo, del fantástico universo que habíamos dominado, y jugamos a ser Dios después de haber creído que ofenderle de ese modo sería nuestra perdición. Ignoramos a los que gritaron pidiendo ayuda y colmamos de riquezas las casas de los que no necesitaban nada, salvo quizás, algo de humildad. Escribimos hermosos poemas, acerca de sitios que ya nunca visitarán nuestros hijos porque nos encargamos de destruirlos, y predicamos sobre la igualdad, la libertad, y la necesidad de progresar, de un convenio, de un consenso, de una nueva guerra necesaria que hay que librar. Empezamos derramando nuestra propia sangre sobre los campos dorados de trigo, fabricamos bombas nucleares que acabaron con nuestras vidas, nos autodestruimos, derretimos los polos y agujereamos la capa de ozono.
Y aún hoy, aún hoy que ha pasado tanto tiempo, que no sabemos quienes somos y que seguimos barajando respuestas a las preguntas existenciales, que nos identificamos mediante grupos de letras, de números o de códigos de barras, que nos suicidamos, que luchamos por vivir una vida que ni si quiera elegimos, que caemos, que nos levantamos...
Aún hoy soñamos que elevamos los brazos al cielo, y simplemente, volamos.
Creímos que la luz nos abandonaba al ponerse el sol, y aprendimos a utilizar la electricidad. Pensábamos que nuestro ángulo de visión estaba limitado, y construimos cámaras y televisiones, para ver las cosas que quizá jamás podríamos haber presenciado. Nos imaginábamos que la luna era un gran queso que colgaba del cielo, y sin embargo por ahí comentan que alguna vez, un hombre miró hacia nuestro planeta desde allí y al observarlo sólo vio una bola de agua y sal. Sabíamos que no podíamos elevar los pies del suelo, pero diseñamos aviones que nos hicieron volver a soñar. Y volamos, vaya si lo hicimos y esos viajes nos inspiraron de tal forma que compusimos melodías que nos hicieron reir y llorar, para luego mezclarlas con imágenes que sólo una máquina creada por el hombre a imagen de sus propios ojos, era capaz de captar.
Y nos creímos importantes, los dueños del mundo, del fantástico universo que habíamos dominado, y jugamos a ser Dios después de haber creído que ofenderle de ese modo sería nuestra perdición. Ignoramos a los que gritaron pidiendo ayuda y colmamos de riquezas las casas de los que no necesitaban nada, salvo quizás, algo de humildad. Escribimos hermosos poemas, acerca de sitios que ya nunca visitarán nuestros hijos porque nos encargamos de destruirlos, y predicamos sobre la igualdad, la libertad, y la necesidad de progresar, de un convenio, de un consenso, de una nueva guerra necesaria que hay que librar. Empezamos derramando nuestra propia sangre sobre los campos dorados de trigo, fabricamos bombas nucleares que acabaron con nuestras vidas, nos autodestruimos, derretimos los polos y agujereamos la capa de ozono.
Y aún hoy, aún hoy que ha pasado tanto tiempo, que no sabemos quienes somos y que seguimos barajando respuestas a las preguntas existenciales, que nos identificamos mediante grupos de letras, de números o de códigos de barras, que nos suicidamos, que luchamos por vivir una vida que ni si quiera elegimos, que caemos, que nos levantamos...
Aún hoy soñamos que elevamos los brazos al cielo, y simplemente, volamos.
1 comentario:
Porque a veces veo que sólo hay "dos exiliados en esta isla". Y me doy cuenta que en verdad no necesito más para leer y que me pane cosas.
Porque éso y otras cosas más hacen darme cuenta que yo sigo siendo un ser humano, ¡muy humano!
Por eso, ¡salud!
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