1. A veces quisiera ser "normal". Quisiera ser como algunas niñas que iban conmigo en esa escuela de monjas en donde pasé un breve periodo de mi vida, en la cual nos enseñaban a ser “señoritas bien”, con una cultura general bastante respetable pero encerradas en una burbuja. Creo que la idea era que nuestros papás nos tuvieran en esa burbuja en la que permaneceríamos hasta que termináramos la carrera en una universidad privada, haciendo tiempo hasta que un hombre de bien nos sacara para llevarnos a una burbuja nueva, esta vez viviendo en sagrado matrimonio, en donde haríamos cosas que nos harían sentir plenas y realizadas como mujeres: trabajaríamos en algo interesante, no por necesidad sino por gusto, y sería un trabajo que nos permitiera atender a los niños porque ninguna mujer está realizada sin un montón de niñitos. Nuestro trabajo sería construir una nueva burbuja para los niñitos tales, y reunir los siguientes elementos: auto, casa, perro, vacaciones dos veces al año de preferencia al extranjero, eventos sociales con la familia, café con las amigas, acercamientos esporádicos a “la cultura” y poco o nulo contacto con la economía. No nos estaría permitido entender la política ni hablar de ella; sería vulgar y además eso no tendría una relación directa con nuestra burbuja. Nuestras tragedias cotidianas no tendrían que ver con la justicia social y nunca cuestionaríamos al sistema, so pena de que se rompiera la burbuja. En la madurez, veríamos con placer a nuestros hijos irse a sus propias burbujas y moriríamos plenas, con varias idas a misa en nuestro haber; tal vez con algún toque de botox por ahí o por alla, pero con el hígado entero.
2. Sé de algunas de esas niñas, que estuvieron en el mismo salón que yo durante tanto tiempo, hoy felices mujeres emburbujadas. Nada las mueve salvo las juntas de padres de familia en las escuelas de sus hijos o el tráfico que se hace en la entrada de su colonia porque al gobernante en turno se le ocurrió construir un puente, qué horror, qué fastidio. Se sienten orgullosas de tener un presidente que porta un traje sin arrugas y medio mastica el inglés, cuya esposa es egresada también de un colegio de monjas. No entienden cómo alguien puede protestar durante un año en contra de un gobierno “que ya todo el mundo reconoció”; un plantón en el Zócalo, qué imagen estamos dando en el exterior, qué pena. No entienden cómo esos de Oaxaca se atrevieron a pintar con graffiti el hermoso centro de la ciudad nomás por estarse muriendo de hambre mientras son ignorados por el gobierno; nacos. No entienden lo ocurrido en Atenco, pero imagínate, gente con machete en las calles, qué bararidad, qué inseguridad. Pero nada de esto les quita el sueño. ¿Pemex? Uy, ojalá se permitiera el capital privado pero ya, no puede ser que en este mundo glo-ba-li-za-do todavía haya quien quiera que estemos como cuando el presidente que expropió el petróleo, ¿cómo se llamaba? Y el campo no está tan mal, en los Wal-Mart hay unos elotes congelados preciosos, amarillitos parejitos como los que se ven en Estados Unidos.
3. ¿Qué hubiera sido de mí si hubiera seguido el camino de esas niñas, el que supuestamente estaba trazado para mí? ¿Qué hubiera pasado si yo no hubiera roto la burbuja, si no hubiera elegido "el camino del mal", si no hubiera ido a la universidad pública, si no hubiera visto frente a mis ojos el estallamiento del movimiento zapatista, el Éxodo por la Democracia desde Tabasco, las denuncias contra el Fobaproa, si no hubiera recorrido comunidades en Chiapas y Oaxaca y Guerrero para descubrir mi intrascendencia y banalidad y el sitio donde reside la verdadera fortaleza de México; si no hubiera tenido que tomar camión todos los días, si me hubiera dedicado a la administración o a la contabilidad en lugar de las letras y hubiera ido a la escuela sin tener que salir corriendo a media clase para llegar al trabajo; si ganara un salario corporativo en lugar de uno "normalito", Sería bien normal, pero talvez sería feliz. No nos engañemos con esa justificación de los jodidos de que los que tienen estabilidad no son felices: tal vez esas mujeres hoy no son muy interesantes, o diversas, o complicadas, pero viven una vida sencilla y es muy, muy probable que se sientan plenas y felices sin hacer mal a nadie, viendo a sus hijos crecer.
4. Si yo fuera una mujer como esas, el pasado 14 de febrero hubiera sido un día memorable. Ese día siete personas del trabajo recibieron una invitación para desayunar con el Gobernador del Estado y por razones que no vienen al caso, me tocó ir. Si yo fuera más "normal", el momento hubiera sido increíble. Seguramente los nervios no me hubieran dejado dormir y hubiera escuchado embelesada cada palabra ensayada que salía de su boca. Si yo fuera diferente no me hubiera decepcionado con la reunión, totalmente controlada, sin posiblidad de decir nada, sólo una reunión de relaciones públicas. No hubiera sentido que perdí mi tiempo.Y no me hubiera embargado la rabia una noche antes al ver cómo un grupo de 500 personas, seleccionadas minuciosamente recibían a su gobernador entre aplausos serviles, elogiando cada una de sus palabras, mientras del otro lado de la calle del lujoso hotel, aguascalentenses de a pie mentándole la madre por todos los escándalos en los que se ha visto envuelto, con profundo dolor me vi entar en el lado equivocado de la calle, entre burbujas, en donde tantas otras mujeres vestidas con sus mejores ropas vivían un momento memorable.
5. Lo digo sinceramente, tal vez con un poco de nostalgia: a veces quisiera vivir en una burbuja. Vivir una vida sencilla, sin complicaciones, con alguien que tomara decisiones por mí; no pensar en los otros, no sentirme agraviada cada vez que el cinismo llena la boca de los que tienen poder y no sentirme aludida cuando la sociedad pierde el rumbo. No sentir tanta amargura. Quisiera que mi conciencia me hubiera llevado a saludar al gobernador con espurio con mi mejor sonrisa, una salida desde el alma; haberme tomado una foto con él que luego colgaría en algún lugar de mi casa para orgullo de mi familia; haberle dicho de corazón “un placer señor gobernador!”. Es más, me gustaría haber mencionado la palabra “gobernador” sin que me supiera a limón, sin tener que contener las ganas de llorar. Pero pues nomás no pude.
miércoles, febrero 20, 2008
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1 comentario:
Creo que no había pensado yo alguna vez en que tú hubieras querido ser normal.
Personas felices fuera de la burbuja, que a veces quisieran vivir dentro. Gente que vive dentro de una de ésas y que quisieran a veces salir.
Qué cosas !!!!
Dicen que la gente quiere lo que no tiene o lo que no es. Totalmente humano y normal el sentimiento.
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